Vamos por el mismo cielo

lunes, 19 de octubre de 2009

1:45 a.m.

A dos horas de su viaje. Se irá por seis días y cada uno escribiré algo, tal vez lo mucho que la extraño, lo mucho que la amo, tal vez lo primero que se me pase por la cabeza… Hace casi ya un año salimos. No fue la primera vez, pero fue un momento hermoso. Los dos mirando el horizonte en Larcomar, de la mano de un ángel dorado que me abrigaba con sus grandes alas y finas plumas y el sonido del arpa que nacía en sus labios para caer dormido en mis oídos. El fantasma de un beso que brotaría de un atardecer, sin puesta de sol, bañado en infinidad de árboles, edificios y aceras, un mes y medio después, para que días luego de eso cada mes y cada hora, cada día y segundo pase a ser eterno en la memoria que ella y yo compartimos. Hermoso y casi fantástico malecón, donde tras un abrazo se escondía el más noble intento de calmar un frío, de rodear como enredaderas a su pared yo a mi amada, a mi princesa (perdóname si suena cursi). Bendigo los días en que escribí versos y prosas a Ella, días, tardes, noches y madrugadas. Amaneceres, atardeceres, anocheceres y medias noches como esta; seis de la tarde, doce del día, tres de la mañana, un cuarto para las doce, cinco para las tres, diez para las seis. Sonido casi inaudible del lapicero tatuando el papel. Ojos que se cierran, pensamiento que vuela y se adormece, imagen de Ella sonriente cada vez más clara y mil sueños alineados para…

(Sonido de disparos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario